miércoles, 29 de mayo de 2013

EL MAR, A RATITOS... LE CONQUISTÓ.

Descubrió el mar siendo muy pequeño; lo contempló agarrado a las piernas de su madre, intimidado por aquella inmensidad azul, aquel espacio tan vasto y libre que le hizo sentirse diminuto. No comprendió las caricias que le hicieron las olas y, huyó de ellas como lo hacía de las arañas, con esa sensación de miedo y aprensión que, le hizo correr sin sentido.



Tardaría dos años en sentir que, era posible encontrar un gran tesoro, en la menudencia de unas conchas vacías. También descubriría que, tras cavar muy hondo en la arena, siempre encontraría un charquito de mar, manando tímido en ella.


En su adolescencia, el mar prestó la orilla a sus caricias pueriles e inseguras y, así pudo gozar del sabor salado en los besos, y deleitarse con el suave roce de la arena en la piel desnuda… Fue entonces cuando escribió las primeras palabras dedicadas al mar, tal vez por gratitud, o quizás... por la necesidad de expresar cómo sentía.


Ahora, siendo adulto, lo sueña y, al despertar... camina en su búsqueda.


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