martes, 28 de mayo de 2013

SOBRE LA TRISTEZA...

Quiero materializar la tristeza con el fin de congelarla, dejarla atada a un árbol, o cortarla en milímetros y... transformarla en confeti. Debo saber de ella todo cuanto pueda; ayudadme a reconocer su tacto gélido y áspero, en ocasiones templado por la mano amiga. Contadme si es tierna o recia, para escoger con acierto mi defensa. Necesito saber qué forma y color tiene, para poder desdibujarla de mi lado. Decidme cómo huele y a qué sabe; qué gusto dejó en vuestra boca, así cuando yo la bese podré desligarme de su abrazo.

Dónde se esconde, en qué objetos cotidianos puedo encontrarla... Tal vez en el desorden y el descuido de las pequeñas cosas que ya no valoramos, o en las ganas de llorar a destiempo. Quizás en el asfalto, que nos devuelve la mirada de nuestra propia sombra; o en vasos medio vacíos que se apilan formando castillos de cristal... siempre tentando al derrumbe, al quiebro por la cintura.

Cómo os mira a vosotros la tristeza... Imagino que de soslayo, tímidamente para no mostrarse tal y como se siente; siempre esquiva con los reflejos que la exhiben sin vestiduras. Y también sonríe, sin elevar la boca ni levantar el ánimo; tan sólo es una comisura que se estira hacia un lado. Se trata de una risa plana y desganada, que nunca convence a quien la recibe... y mucho menos a quien la concede.

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